El maestro debe estar capacitado para tratar con todas estas situaciones típicas de la edad y que genera conflictos internos serios en el joven, nuestro Maestro por exelencia dice:
"No juzguen, y no serán juzgados, no condenen, y no serán condenados, perdonen y serán perdonados"
Luc.6.37.
Es importante ver la situación, el momento, el entorno y no al joven propiamente, ya que para sus reacciones existe una razón, es difícil lidiar con las presiones del momento, los amigos, la publicidad, la famila, el colegio, y se nos olvida que tan solo son niños saliendo de esa etapa.
Los síntomas de un joven deprimido salta a la vista, retraimiento, decaimiento, bajo rendimiento escolar, falta de enfoque, etc.
Cada día el mundo se ha vuelto más competitivo y por ende el estudio más exigente, no todos logran asimilarlo de igual manera, puesto que todos somos diferentes, el exponer a un joven a una carga de trabajo superior a la de sus capacidades, hace que al conseguir pocos resultados se frustre, y esto trae consigo la depresión.
La carga emocional de la frustración, debe ser contrarrestada a través de la comunicación con los jóvenes, se les debe hacer saber que el camino al éxito está plagado de fracasos y no como la publicidad dice. Una persona que en la madurez de su vida ha logrado alcanzar altas metas, no llegó ahi de la noche a la manaña, ni todo fue un camino de rosas.
Ayuda mucho tener invitados en nuestras clases, busquemos dentro de nuestras comunidades testimonios reales de gente real, que quieran ayudarnos a manera de motivarlos y que pueda decirles que está bien si se equivocan, y que lo importante es pensar, aprender y redireccionar, y que afirme en ellos lo que nuestro padre celestial dice:
"Reconozcan que Jehová es Dios, El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos y ovejas de su prado" Salm.100.
El nos hizo, por tanto tiene cuidado de nosotros y como maestros de esos jóvenes, oremos por ellos y enviemos el amor de Jesucristo a sus corazones, gran parte de la frustración la genera el temor y un buen remedio es ministrar sobre ellos la siguiente palabra:
"En el amor, no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor" 1 Jn 4:18.
El amor, hará que ellos sientan la seguridad tan anhelada, y nosotros, amemos a nuestros jóvenes con el amor con que Jesucristo nos amo a nosotros.
Les deseo todo lo mejor y hasta la próxima!
